
Me parece que unos días en Viedma le vienen bien a cualquiera. Está bueno de vez en cuando estar a mil quilómetros de ciertas cosas que habitan en el día a día. Igualmente, la tranquilidad del río tampoco promete maravillas, lamentablemente a la distancia no se puede escapar de la alienación de la que se vive por Buenos Aires.
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